Entrevista a Arantxa García

El hotel de las promesas, es la primera novela de Arantxa García. ¿Te esperabas que llegara el día en que publicarías tu primera novela?

Arantxa García

En realidad, llevo escribiendo desde que tengo memoria. Cuando era pequeña me gustaba garabatear cuentos infantiles (sería gracioso conservar algunos) y de adolescente me aventuré a la elaboración de poesía y pequeños relatos. Después, lo típico, empecé la universidad, encontré trabajo, me casé, fui madre… Poco a poco, el sueño de ser escritora que tan nítidamente se perfilaba cuando era más joven fue diluyéndose. Y dejé de escribir. A veces trataba de embarcarme en nuevos desafíos. Inicié algunas novelas, pero ninguna prosperaba. Era como si no lograra encontrar el proyecto adecuado. No confiaba en lo que escribía. No hallaba una historia que me llenara e inspirara. Fue como caer en un profundo bloqueo de escritor durante años.

Y un día, de repente, como entretenimiento, empecé un pequeño relato en torno a una joven de provincia que se enamoraba de un rico heredero. La historia tenía todos los tópicos imaginables: amor entre clases sociales desiguales; la joven luchadora y testaruda a la que la vida no ha dejado de propinar toda suerte de golpes; el libertino amargado que trata de paliar en mujeres que no le aportan nada el vacío de su nimia existencia… Y poco a poco, cuando quise darme cuenta, mi relato fue convirtiéndose en una novela. La verdad es que puse toda mi ilusión en aquel proyecto. En un principio, solo escribía para mí, sin más intención que la de entretenerme, lo cual resultó ser altamente enriquecedor puesto que, de este modo, mi relato fue creciendo. No sé cuántas veces revisé cada párrafo. Puse muchísimo cariño y entrega en cada línea.

Finalmente, la historia fue perfilándose sola. Alargué algunos capítulos, añadí situaciones, personajes… Cuando comprendí que había escrito una novela pensé en intentar publicarla. Desde luego, no había sido esa mi intención en un principio, pero algo me dijo que tenía que dar a conocer mi El hotel de las promesas, que aquella historia era especial. Tengo la suerte de tener una muy buena amiga de la universidad, también escritora, que se tomó la paciencia y el trabajo de leer mi novela y corregirla. Ella me dio la confianza que me faltaba. Después, tras varias correcciones más, decidí enviársela a Romantic ediciones, pues hace años que compro sus novelas y he descubierto grandes relatos y autoras. Para mí es todo un honor y privilegio que me hayan aceptado en su pequeña familia.

El resto de la historia ya lo conocéis. Hace mucho que había abandonado la idea de publicar. Por tanto, que El hotel de las promesas esté en vuestras librerías, que el público pueda compartir conmigo a los personajes que con tanto cariño creé; imaginar sus rostros, tomarles cariño, compartir sus emociones…. Os aseguro que es un sueño hecho realidad.

¿Cuéntanos un poco de qué trata la novela y por qué la ambientaste en ese lugar y esa época?

El hotel de las promesas transcurre en una capital de provincia española a finales del siglo XIX, coincidiendo con la llegada a España de Alfonso XII, lo cual se conoce el periodo de la restauración borbónica en el país. Hay varios motivos por los que me decidí a ambientar El hotel de las promesas en esta época determinada:

En primer lugar, soy una ávida lectora de novela romántica histórica. Sin duda, cualquier lector experimentado habrá notado la influencia de la gran Jane Austen en mi prosa (¿Qué lector de novela romántica no la adora?) Bien, mi novela es en cierto modo un homenaje a esas historias maravillosas, tanto contemporáneas como clásicas, que tan gratos momentos me han aportado.

Por otro lado, casi todas las novelas de este estilo que han caído en mis manos (así como la mayoría de series y películas) suelen estar ambientadas en la Inglaterra victoriana o la época de Regencia. No me malinterpretéis: adora las novelas de ese estilo. Sus grandes salones atestados de gente, aquellos vestidos que caen galanamente al suelo, donde las heroínas se deslizan como por efecto de un sortilegio. Las manos enlazadas de nuestros amantes, moviéndose al son de una danza frenética bajo la tenue luz de las velas… Y, sin embargo, quise huir un poco de aquellos tópicos y ambientar El hotel de las promesas en un lugar no tan conocido ni frecuente en la novela romántica histórica: la España de finales del siglo XIX, una época convulsa como pocas. No conozco muchas novelas románticas que transcurran en nuestro país. Todas las autoras suelen ambientar sus historias en Inglaterra o Escocia. Por eso me pareció interesante que la historia de amor de Pablo y Cristina se desarrollara en este país y no otro.

Mi tercera y última razón para ambientar mi novela en el siglo XIX español es meramente práctica: es la época histórica que más conozco, por lo que me daba cierta seguridad situar mi trama y mis personajes en esta etapa. Por supuesto, me he tomado algunas licencias en la ambientación para que las situaciones y el lenguaje pudieran ser más cercanas al lector contemporáneo.

¿Cómo ha sido todo el proceso creativo? ¿Tenías claro desde el principio como transcurriría la obra, o los personajes han tenido vida propia?

Como he dicho antes, el proceso creativo de El hotel de las promesas ha tenido vida propia desde el principio. Mientras escribía, tenía la sensación de que los personajes no me pertenecían y que tomaban su propio camino a medida que iba perfilándolos. En determinados momentos, atañéndome a su carácter, sabía que sólo podían reaccionar de una determinada manera. A menudo me ponía a escribir con una idea fija y de repente me asaltaba la inspiración y la trama se me iba hacia otros derroteros Sin duda alguna, la novela ha crecido conmigo a medida que escribía. Ya os he dicho que en un principio iba a ser un relato y, sin embargo, la historia no tardó en convertirse en una novela sin que yo me percatara de ello.

Respecto a la historia, cuando inicié El hotel de las promesas yo tenía más o menos preconcebida la trama. Mi intención era finalizarla en un momento que sucede más o menos a mitad de novela (los lectores que ya han leído El hotel de las promesas imaginarán cual es) y después pasar directamente al desenlace, el cual tenía claro desde que me embarqué en este proyecto. Sin embargo, cuando llegué a ese punto que os estoy mencionando, sentí que la trama no estaba completa, que le faltaba algo. Estuve más o menos una semana sin escribir dándole vueltas a esa idea hasta que se me ocurrió un giro argumental que cambió completamente el sentido de la trama. A partir de ahí se produjo una cierta transformación. La historia adquirió un tinte dramático y de misterio que parece haber sorprendido gratamente a los lectores. Muchos de los que han leído la novela me han referido que no lo esperaban y que cambió completamente su perspectiva de la novela. Sin duda, este momento supuso un punto de inflexión en la trama. No solo por el giro argumental ya mencionado, sino porque hizo crecer a algunos personajes que en principio iban a ser meramente decorativos o no iban a tener más presencia en la historia.

Por otro lado, ese giro también repercutió en mis protagonistas, puesto que permite al lector conocer cómo se conducen ambos ante la adversidad. Los sucesos que acontecen a mitad de novela es la prueba más grande a la que se ve sometido el amor entre Cristina y Pablo. Las decisiones que toman ambos a partir de ese momento y su manera de actuar cuando todo se tuerce nos permite vislumbrar cuán intensa es la fuerza de sus sentimientos.

¿Hay algún personaje que sea especial para ti? ¿Cuál de ellos te llevó más quebraderos de cabeza?

Sin duda alguna, mis protagonistas, Pablo y Cristina, son muy especiales para mí. Como su creadora, a ambos les proceso un inmenso cariño.

Cristina es una mujer fuerte, luchadora, que no se doblega ante la injusticia y no se deja amedrentar por los insultos. En ella hay algo de la fuerza de las heroínas clásicas, con el contrapunto de que, debido a su situación personal, no lo ha tenido fácil en la vida. La adversidad la ha hecho crecer como persona. Como hija de madre soltera, ha sido víctima del escarnio público y de la falsa moralidad de la época en la que le ha tocado crecer. Por otro lado, la falta de medios ha determinado su destino y la ha obligado a renunciar a sus ambiciones. Podría decirse que, en principio, ha sido sometida. No obstante, en su primer desencuentro con una de las clientas del hotel vemos que no es así. Creo que a nuestros lectores no les resultará difícil adorar a Cristina: la chica que siempre expresa sus pensamientos y que sabe recoger los pedazos y luchar por sueños ante cada revés de la vida.

Pablo en cambio ha disfrutado de todas las comodidades materiales, no obstante, es un hombre retraído y amargado. Creo que es el personaje con más matices de esta novela. Por un lado, tenemos la imagen que proyecta de cara a la sociedad: un joven ocioso, alegre y despreocupado, cuyas únicas preocupaciones en la vida son el dinero y las mujeres. No obstante, el lector conoce desde el primer párrafo la auténtica naturaleza de este sujeto. Somos participes de su desesperación inherente, de sus sueños frustrados, de las profundas heridas que le ha ocasionado el desafecto de sus padres. Al inicio de la novela, Pablo es un hombre perdido, un alma atormentada que busca su enclave. ¿Qué puede tener en común con Cristina, una mujer que no tiene tiempo para perder en ensoñaciones románticas? Si leéis mi novela no tardareis en descubrirlo. Puedo deciros que el amor que surge entre ellos es puramente pasional y desmedido.

Cuando imaginé a Pablo quise que fuera el típico personaje masculino de la que toda lectora de novela romántica pudiera enamorarse. Y creo que lo he conseguido. Una de mis lectoras cero lo definió como “el galán perfecto”. Cariñoso, altruista, apasionado y dispuesto a despeñarse a los infiernos, si es preciso, por Cristina.

Respecto a los secundarios, tal como os he dicho con anterioridad, han ido desarrollándose con la trama. Algunos, como Miguel, solo iban a tener un papel predominante al inicio de la historia para después no volver a ser mentados. Otros como Matilde, la madre de Cristina, surgieron a mitad de novela. Mención especial merece, sin duda, mi doña Paula, la Gobernanta del hotel Bonanza, donde se desarrolla mi historia.

La primera vez que aparece este personaje, se limita a dar a Cristina las directrices referentes al trabajo que desempeñará en el hotel. En un principio, no tenía siquiera dialogo, se lo añadí con posterioridad. El hecho de que no conozcamos su nombre hasta la mitad de la novela se debe, por lo tanto, a que no iba a tener relevancia alguna en la trama. Y, no obstante, a medida que avanzaba, mi doña Paula fue cobrando vida propia hasta convertirse en un referente para nuestra protagonista y en uno de los personajes más entrañables de El hotel de las promesas. Para ser justos, debo decir que para crearla me inspiré en gran medida en doña Ángela, la gobernanta que tan magistralmente interpretó Concha Velasco en la serie Gran hotel. Doña Paula es severa, pero también tierna y benevolente. Creo que su historia de amor desgraciado y su actitud con Cristina le acarreara las simpatías del lector.

Debo decir que ningún personaje femenino es gratuito en El hotel de las promesas. Las villanas son la antítesis de nuestra protagonista. Disfruté mucho con ellas he intenté que fueran lo más odiosas posibles. Creo que logré mi objetivo. Con respecto a las otras, en especial Matilde, Doña Paula y Olga, representan en la trama un espejo donde Cristina podría verse reflejado en función a las decisiones que decida tomar.

Ningún personaje me ha reportado quebradero de cabeza alguno, aunque como su creadora los he amado y odiado a medida que avanzaba la trama. Espero que ninguno de ellos decepcione a mis lectores.

¿Cuáles fueron tus motivaciones a la hora de escribir El hotel de las promesas?

El hotel de las promesas es, fundamentalmente, una historia de amor y eso es lo que hallara el lector: la pasión de dos seres perdidos que se encuentran y deciden unir sus manos para enfrentarse a la vida. Cuando comencé esta aventura pensaba en crear el tipo de relato que a mí me gustaría leer: tierna, apasionada, romántica…

No obstante, mi novela es algo más. A través de la historia de Cristina quería recordar al lector lo difícil que lo hemos tenido las mujeres para llegar donde estamos. Nombres como Mary Wollstonecraft, Emilia Pardo Bazán, Simone de Beauvoir, Concepción Arenal, Clara Campoamor y tantas otras se enmarcan en nuestros libros de historia y manuales de literatura por haber luchado por los derechos de la mujer y tratar de erradicar la desigualdad social que las oprimía. Sin embargo, ¿Qué sabemos de la figura de la mujer ordinaria? ¿La qué, además de las diferencias de género, debía lidiar contra la pobreza, la explotación, la falta de oportunidades? La suya era una lucha doble: La del pueblo llano que languidecía por la miseria Y la de la mujer oprimida por razón de su sexo. A través de Cristina pretendo dar voz a esas mujeres y rendirles homenaje.

¿Seguirá Arantxa García escribiendo novelas tan bonitas? ¿Algunos futuros proyectos?

En primer lugar, muchísimas gracias por el elogio. El hecho de que la novela os guste es para mí la mayor de las satisfacciones.

Como ya os he contado antes, El hotel de las promesas ha roto un bloqueo de escritor de años y tal vez ahora me anime a retomar una historia que inicié con dieciséis años y que siempre ha aguardado en mi ordenador. Lo he revisado muchas veces a lo largo de estos años. Es obvio que ni personalidad ni mi forma de escribir es la misma que cuando empecé, no obstante, creo que podría surgir una buena trama a partir de esa idea. Se trataría de una novela de fantasía medieval (género que también me fascina) al que no le faltaría, por supuesto, su historia de amor. Respecto a la novela romántica histórica, es un género con el que me siento cómoda y con el que disfruto enormemente. Así que solo debo buscar el argumento adecuado para volver a emprender otra aventura. Por el momento os dejo El hotel de las promesas hasta que lleguen nuevas ideas.